Son perfectos para dar un toque gourmet a cualquier comida

Ya lo sé. Estarás pensando que si comes una buena cantidad de ajo crocante vas a quedar oliendo a ajo durante varios días…y no te equivocas.
Para disimular esta olorosa verdad recomiendan algunos trucos: desde chicle de menta hasta perejil. A mi ninguno me ha dado resultado pero de vez en cuando me dejo llevar por la tentación y como un poquito.

Lo que tienes que hacer es agarrar unos ajos sin germen ni manchas oscuras, los lavas y los pelas bien. Si tienes mandolina, es una buena idea que la uses. De lo contrario corta los ajos en láminas finísimas con el cuchillo más filoso que tengas.

Este paso siempre me hace recordar a Paul Sorvino en la película Goodfellas, cuando en la cárcel cortaba los ajos finamente con una hoja de afeitar. Obviamente le sobraba el tiempo y tenía pericia para tan delicada tarea.

Ahora ya tienes todo listo. Pon los ajos en una sartén con aceite de oliva, a temperatura ambiente, que apenas los cubra, y recién ahí enciendes el fuego. Mientras más bajo, mejor. No quieres que de pronto el aceite se ponga super caliente y achicharre las delicadas láminas de ajo.

Lentamente el aceite irá aumentando la temperatura. Revuelve de vez en cuando y ten cuidado de no dejar que el ajo tome color. Tiene que ser un proceso lento que en realidad no se demora mucho.

Por momentos vas a ver como que el aceite hierve. Mueve con frecuencia usando una cuchara que no aplaste el ajo. Apenas veas que está cambiando el color tienes que apagar el fuego y retirar las láminas con una espumadera. Acomódalas en papel toalla para que escurran el aceite.

El mismo calor de la cocción hará que se vean más doraditas a medida que enfrían. Lo que te recomiendo es que nunca dejes que doren en el aceite porque se van a quemar muy rápido y el sabor será amargo.
Otra cosa: no botes el aceite en el que cocinaste el ajo. Te puede servir para otras cosas.
Y ahora: para qué puedes usar estas laminitas crujientes y llenas de sabor:
*Encima de pasta con aceite de oliva y perejil.
*Sobre un bistéc.
*Encima de un pollito al horno.
*O sobre un pescado frito.
*Yo se las pongo a mis ensaladas para tropezarme con ellas y deleitarme con su rico sabor.
*En un pan con aguacate.
*En un arroz a la jardinera.
El resto lo dejo a tu imaginación. Y ya verás que es uno de los mejores tips que te he dado hasta ahora.
Y un tip más: Guarda las láminas bien frías en un frasco con tapa hermética para que te duren hasta una semana a la temperatura ambiente. Se conservarán crocantes y deliciosas. Provecho!
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